Mariano Cossa, con una puesta precisa, convierte esa espera en un ritual escénico donde el ensayo y la deuda se confunden. Los payasos, interpretados con ternura y comicidad por Claudio Martínez Bel y Teresita Galimany, sostienen un oficio que el tiempo cambió y que, quizás, volvió obsoleto, pero cuya nobleza persiste en el gesto de insistir. Ensayar, repetir, volver a empezar: ahí se halla su virtud.
