
Un hijo tratando de averiguar qué sucedió con la muerte de su padre. Esa es la propuesta del film de Juan Ignacio Fernandez Hoppe, cuyas fibras acarician la intimidad en torno a un suceso colmado de misterio e incertidumbre.
El documental se aproxima a un policial y trata cuestiones precisas en torno a la salud mental de un Uruguay en la década de los noventa.
El Retrato de mi padre contiene pinceladas humorísticas y personajes dotados de una sabiduría popular que deslumbra y conmueve. ¿Qué estás buscando?, reza uno de estos antihéroes.
Los objetos representan un valor en el documental y son parte de la “escena del crimen”. La reconstrucción de la vida de su padre que realiza el director es minuciosa y nos transportan a otra época.
¿Quién fue mi padre? ¿Qué le pasaba? Y ,¿porque se fue tan pronto?
El director no se presenta como alguien neutral, pasivo y alejado emocionalmente. Esto lo podemos observar en distintas escenas, donde vemos como el director interroga, cuestiona y se involucra formando parte de su materia prima.
La música acompaña durante todo el film, simbolizando lo extraño, lo incierto, lo desafinado, lo fuera de la norma. Música funcional y experimental que incomoda al espectador pero resulta fiel respecto al paisaje incierto que propone Juan Ignacio Fernandez Hoppe.
“El Retrato de mi Padre”, una imagen difusa que ansía la luminosidad.